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Los 4 días de fiebre de oro que enloquecieron a Remedios

Después de frotar la tierra sobre una pala, un destello dorado alumbró los dientes de Luis Cardona a tres metros de profundidad. El minero, que también es mototaxista y payaso de fiestas, había estado a punto de quedarse en su casa durmiendo, pero su mujer lo convenció de ir a probar suerte al lote donde miles de personas estaban buscando oro.

Tres días antes, el jueves 14 de febrero, un joven a quien todos apodan “Chirrinchi” llegó a tomar licor a uno de los bares de Remedios, en el Nordeste de Antioquia, y el fajo de billetes que llevaba llamó la atención de los presentes. En la madrugada, embriagado de optimismo y aguardiante, el muchacho terminó por revelar su secreto: había encontrado un apogeo, una veta de oro superficial de las que no se veían por estas tierras hace más de 20 años.

El rumor se regó como pólvora y en pocas horas el Alto de los Muertos —uno de los sitios en los que la guerrilla arrojaba cadáveres en los años 90— se llenó de hombres armados con picas y palas. Al mediodía del viernes, el camino ya se había convertido en un parqueadero de motos y hasta los vendedores dejaron el pueblo para ofrecer sus comidas y bebidas al doble del precio normal.

Todos sabían lo que pasaba excepto Mario Agudelo, el dueño del lote, quien había viajado a Medellín para hacerse chequeos médicos. Entre una cita y otra, el ganadero revisó su celular y tuvo que sentarse cuando vio las fotos de la invasión.

“La finca ya parece un queso”, le advirtió uno de los empleados y el hombre tomó su sombrero, se subió a un carro y a toda velocidad recorrió los 190 kilómetros que lo separaban de sus tierras.

En el camino llamó al capitán Andrés Felipe Viuche, comandante de la Policía, y le pidió que sacara a los invasores, pero el uniformado, que desde temprano había llegado hasta el sitio, le dijo que la situación estaba compleja. “Hay más de mil personas y nosotros, con el Ejército que tiene una base por acá cerca, apenas sumamos 40 o 45 hombres”, contó el capitán.

Resignados ante la poca posibilidad de acción, los agentes se dedicaron a cuidar el orden público: evitar robos o peleas, y normalizar el tráfico.

Para el sábado la cantidad de mineros se había duplicado. Según cálculos del capitán Viuche, en la tarde había más de 2.000 personas congregadas. La montaña ya estaba cubierta con plásticos, simulando tiendas de campaña, y las pilas de tierra y piedra empacadas en costales sobresalían entre los huecos.

Los empleados de la finca intentaron negociar, pidiendo una parte de la carga como compensación. Luis dice que los mineros entregaron varios bultos, pero don Mario asegura que el negocio no prosperó.

Para ese momento ya todos en Remedios y Segovia sabían del apogeo. Jhanuarya Gómez Gil, reportera del medio local “Informativo Antioquia” retrató la emoción colectiva durante una transmisión vía Facebook.

“Esta es una bendición que Dios ha derramado, y ojalá todas las personas tengan un buen resultado, ya que la situación económica de nuestros municipios es bastante difícil”, dijo la mujer mientras, al fondo, retumbaban los sonidos de las picas desgarrando la tierra.

Una fiebre pasajera

Aunque era fin de semana, en Remedios todo el mundo estaba trabajando.

En 10 de los 25 entables que tiene el municipio para procesar oro, ya había filas para moler la piedra extraída ilegalmente del apogeo. Los restantes sitios no pudieron aprovechar la bonanza, pues llevan varios meses cerrados por la prohibición de uso del mercurio, según explicó William Cañas, secretario de Minas y Medio Ambiente —sí, ambas carteras están fusionadas porque en esta tierra el oro es lo más importante—.

Luis solo alcanzó turno el lunes para procesar 7 de los 11 bultos de mina (como le dice él a la piedra sin moler) que sacó el domingo entre las 10 de la mañana y la medianoche. Los otros 4, dice, se los dejó a los dueños del lote.

Pagó $295.000 por el traslado del material y el mercurio que necesitaba. Con otros $25.000 le pagó al fundidor que separó el oro del “azogue” y a las 2:00 p.m. llamó a su familia para celebrar.

“Sacamos 45.5 castellanos de oro que vendimos, cada uno, a $304.000. Como éramos tres los que trabajamos, a cada uno nos tocaron $4.380.000”, contó el minero. Cada Castellano pesa unos 4,6 gramos.

Ese día las hijas de Luis estrenaron celular, la dueña de la casa en la que vive recibió tres meses de arriendo por adelantado, el dueño del supermercado vendió uno de los mercados más grandes del día, y hasta sobró dinero para enviarle a los padres y hermanos.

Pero la suerte no fue para todos. Sandra Gómez, “la Mona”, supo del apogeo el domingo y junto con su hermano decidió probar suerte.

Ambos se fueron en motos desde Segovia, y sacaron cinco bultos de material en casi 10 horas de trabajo y pagaron $20.000 a un motorratón para llevar los bultos hasta un entable. Cuatro horas después, las malas noticias cayeron como baldado de agua fría: en la tierra no había un gramo de oro y, en medio de la euforia, alguien aprovechó para robar la moto del hermano.

“Tuvimos que prestar plata para pagar el entable y aún no hemos podido encontrar la moto. Y fuimos muchos los que nos dejamos llevar y perdimos plata”, contó Sandra.

Mario, el dueño del lote, también se declaró perjudicado por el apogeo. Una semana después de la fiebre, su finca seguía llena de huecos de hasta 20 metros de profundidad.

“Nadie me ayuda para reparar eso, me tocó pedir un permiso para entrar la maquinaria y, para colmo de males, aún hay gente que se sigue entrando por las noches a cavar más”, dijo y calculó que solo en el alquiler de maquinaria pesada, se gastará unos $25 millones.

La Policía de Remedios confirmó que la gente aún llega a la finca. El 25 de febrero capturó a dos hombres, de 89 y 31 años, por ejercer minería irregular en el sitio.

“Ambos fueron puestos a disposición de la Fiscalía, que los dejó en libertad, vinculados al proceso. Pero hoy todavía tenemos que ir al Alto de los Muertos cada tarde, porque siempre hay gente que aprovecha para meterse”, relató el capitán Viuche.

Un problema de fondo

El secretario Cañas aseguró que la fiebre del oro apenas alcanzó para 4 días y benefició a unos pocos afortunados.

“El municipio sigue en crisis porque el efecto del apogeo duró poco. Sí, ese fin de semana hubo ventas de alimentos, licores y hasta llegada de prostitutas, pero hoy seguimos igual”, dijo.

Según Cañas, la crisis tiene varias causas. La más grande, dice, es la falta de formalización minera, pues apenas 6 de las 25 solicitudes radicadas han avanzado.

A eso se suma la prohibición de la venta de mercurio, que disparó el precio del material. “Antes un kilo costaba $100.000 y hoy está en $800.000”, dijo y explicó que hay otras alternativas como el cianuro, pero requieren de entables más grandes.

El gobernador de Antioquia, Luis Pérez, aseguró en su rendición de cuentas que el departamento pasó de usar 130 toneladas de mercurio anuales a 18 y que la meta para 2019 es cero.

El secretario Cañas agregó que en los 1.985 kilómetros cuadrados de tierra de Remedios hay 2.300 barequeros y mineros ancestrales que hoy son considerados ilegales por el Estado. “Ellos tienen la voluntad de formalizarse, pero los procesos no avanzan”, agregó.

Pérez dijo que para ayudar a esos mineros, se trabaja en la construcción de un centro industrial en Segovia.

Fuente: Caracol Radio