Dormir sin hambre. Que los niños, en todos los hogares antioqueños, tengan garantizada una alimentación balanceada y que la desnutrición infantil no sea más un riesgo para la salud.
Esa es una de las mayores premisas que se ha trazado el departamento: que en Antioquia no muera un solo niño por factores asociados a la malnutrición y al bajo peso al nacer.
Así lo ratifica Hugo Alexander Díaz, gerente de la Gerencia de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Antioquia (Maná), quien explicó que, para 2018, la región cerró con cinco muertes por desnutrición (en niños menores de cinco años), una tasa de 0,9 por cada 100.000 menores de edad.
Sin embargo, aún no es clara la prevalencia de este problema en Antioquia (es decir, cuántos niños presentan desnutrición o están en riesgo). La última estadística con la que cuenta el país la entregó la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional (ENSIN) en 2015, la cual indicó que, para Colombia, la desnutrición aguda es del 2,3%.
Al respecto, Díaz ratificó que la Gobernación está trabajando en el nuevo perfil nutricional de los antioqueños con el fin de determinar cuál es la actual prevalencia de la desnutrición en el territorio, un estudio que esperan pueda aportar cifras actualizadas para agosto de este año.
A pesar de eso, indicó el gerente, el mayor número de muertes por desnutrición infantil se presentan en las poblaciones indígenas antioqueñas, dispersas en comunidades alejadas a horas o días de los cascos urbanos.
Que sean cero casos
La escasez de agua potable es uno de los factores con mayor incidencia en la desnutrición crónica infantil.
Así lo señaló el Reporte anual Gen Cero, un documento de la Fundación Éxito que deja en evidencia cómo está el país con relación al problema en niños menores de 5 años.
De la población evaluada por la Fundación Éxito, (8.825 menores de edad) cuatro de cada cinco niños que tuvieron una recuperación de la talla para la edad, tras un acompañamiento nutricional, contaban con agua potable en sus hogares. Esto es el 80,3%.
Paula Escobar, directora de la Fundación, destacó también que Antioquia es el primer departamento en inversiones destinadas por la entidad para atender a esta población en riesgo, con $4.293 millones. En total, la entidad ha atendido en programas de promoción de lactancia materna y de complementación alimentaria a 71.000 niños en Antioquia.
El gerente de Maná, por su parte, enfatizó en que para atender la desnutrición en el departamento continúan reforzando diferentes programas. En ese sentido, $ 3.000 millones serán destinados para el modelo de atención con las poblaciones indígenas y $ 15.000 millones se dispondrán para la creación de Centros de Atención para la Seguridad Alimentaria, en 30 municipios.
Este nuevo modelo de atención incluirá componentes como el seguimiento de la situación nutricional de las familias y la recuperación del riesgo, estrategias como huertas de autoconsumo y procesos de formación en hábitos saludables.
Para la ubicación de estas sedes, la Gerencia realizó un ejercicio de evaluación e identificó que la población en mayor riesgo de desnutrición era la del Urabá antioqueño, desde Arboletes hasta Mutatá; el Bajo Cauca y el Occidente, en municipios como Dabeiba y Frontino.
Medellín: metas ambiciosas
Para el caso de Medellín, a 2017 el 7,2% de los niños menores de seis años presentaban desnutrición crónica y el 1,1 % tenía desnutrición aguda.
Esta es una de las conclusiones del informe “¿Cómo va la primera infancia?” de Medellín Cómo Vamos (MCV), cuyo objetivo es hacerle seguimiento a su calidad de vida.
Paulina Suárez, secretaria de Inclusión Social de Medellín, explicó que desde la alcaldía impulsan el programa de atención nutricional en primera infancia, con la participación de 53.000 niños de 0 a 5 años y 11.926 madres gestantes.
El programa Buen Comienzo, agrega Medellín Cómo Vamos, aumentó su cobertura al 78,7%, con 79.644 menores atendidos en sus sedes. Además, en atención en salud, la proporción de madres gestantes que acceden a controles prenatales se mantiene encima del 90 %.
Paula Andrea Hernández, profesional de MCV y una de las autoras del informe, detalló que la ciudad se planteó, como meta a 2030, la reducción de la prevalencia de la desnutrición infantil al 6,4%.
Para la investigadora, Medellín debe plantearse una meta de reducción más ambiciosa, especialmente si se considera la amplia cobertura de programas como Buen Comienzo y las repercusiones que tiene la desnutrición en el resto del ciclo de vida.
Por eso, el reto es fortalecer las estrategias. Y que, en el futuro, sean nulas las muertes de los niños por mala alimentación o por no contar siquiera con un plato de comida.
Fuente: El Colombia