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Conozcas las consecuencias del esmog en el Valle de Aburrá

Luego de tres años de trabajo, un grupo de médicos, matemáticos, ingenieros sanitarios y de sistemas y administradores de salud, coordinados por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva) y la Universidad de Antioquia, les entregó a los ciudadanos el primer estudio epidemiológico que mide, de manera estandarizada, el nivel de riesgo que tienen los habitantes del Valle de Aburrá cuando se exponen al aire contaminado.

El estudio tomó como referencia los datos de las estaciones de calidad del aire del Siata, los registros meteorológicos del Ideam, las estadísticas vitales del Dane, los Registros Individuales de Prestación de Servicios en Salud (RIPS) y la información del Sistema de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) para los 10 municipios del Aburrá entre 2008 y 2015.

Eugenio Prieto Soto, director del Amva, explicó que para saber que la mala calidad del aire tiene un impacto negativo en las personas no hacía falta un nuevo estudio: la OMS ya reconoció que “la contaminación representa un importante riesgo medioambiental para la salud”.

Pero, para determinar cuál es el nivel de riesgo real al que estamos expuestos y cuánto puede empeorar la situación, sí faltaban análisis adicionales.

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Universidad de Antioquia se dieron a la tarea de medir todas las variables ambientales y de salud para buscar esas respuestas y esta semana presentaron los resultados de la investigación que adelantaron durante tres años, tomando como referencia registros de los años 2008 a 2015 (el estudio empezó en 2016).

El documento se extenderá con las estadísticas de 2016 y 2018 en los próximos meses y, según el Amva, se espera que para octubre haya un consolidado final.

La principal conclusión es que los niños son la población que más sufre cuando se deteriora la calidad del aire y que los mayores de 65 años, además de problemas respiratorios, también están en mayor riesgo de padecer enfermedades circulatorias (aneurismas, isquemias) cuando la presencia de partículas dañinas es mayor.

¿Cuánto es mucho?
De acuerdo con el estudio, denominado “Eventos en salud asociados a la exposición de corto plazo a contaminantes del aire en los municipios del Área Metropolitana, 2008 – 2015”, cada vez que la cantidad de ozono o partículas contaminantes PM 2.5 (pequeñas) y PM10 (más grandes) sube en el aire, se incrementan las posibilidades de enfermarse.

Hay que tener en cuenta que la presencia de esos contaminantes se mide en microgramos por cada metro cúbico de aire.

Así las cosas, los expertos concluyeron que, por cada 10 microgramos que suba la concentración de contaminantes, el riesgo de sufrir una enfermedad respiratoria y tener que ir al sistema de salud o a la sala de urgencias sube en 0,5 % para toda la población.

Para tener una base comparativa, según el estudio —que evaluó referencias internacionales— en Santiago de Chile ese mismo riesgo se aumenta 1,75 % por cada 10 microgramos.

Juan Gabriel Piñeros Jiménez, profesional asociado a la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia y coordinador del Grupo de Salud y Ambiente de la universidad, aclaró que se habla de riesgos, porque las enfermedades se generan o agravan por múltiples causas.

“El contaminante no es el único factor de riesgo que produce una enfermedad. Hay muchos, pero las partículas generan un ambiente interno que permite, ante la llegada de un agente infeccioso, que se produzca una infección respiratoria como neumonía o faringitis, por ejemplo”.

Poblaciones sensibles
Aunque la contaminación nos afecta a todos, el estudio confirmó lo que la literatura científica ya había dicho: en niños y ancianos el peligro es mayor.

En el caso del PM 2.5, para menores de 4 años el riesgo sube 8,5 % en el caso de enfermedades respiratorias.

Y para los adultos mayores de 65 años el riesgo de sufrir infartos, aneurismas u otras enfermedades asociadas al sistema circulatorio se incrementa 17 % por cada vez que sube en 10 microgramos la concentración de partículas contaminantes.

“No se identificaron riesgos para enfermedades circulatorias en otras poblaciones”, informó el médico.

Hay buenas noticias
El director del Amva, Eugenio Prieto, aseguró que este estudio formará parte de una base de datos que se actualizará en tiempo real y generará alertas automáticas cuando se dispare la concentración de contaminantes o las consultas por enfermedades respiratorias.

“Cuando alguien ve agua contaminada seguramente no la toma. Pero con el aire no hay opción: tienes que seguir respirando. Con este sistema podemos hacer una mejor gestión de la calidad del aire para evitar que la situación empeore”, dijo.

Al preguntarle sobre las cifras de mortalidad asociadas a la presencia de contaminantes en el aire, Prieto aseguró que esos datos estarán completos cuando se culmine la serie de 10 años; es decir, se incluyan los datos de 2016 a 2018.

“Lo que sí tengo que decir es que gracias a las decisiones que hemos adoptado (ver recuadros) en dos años logramos disminuir la concentración de contaminantes PM 2.5 en 10 microgramos”, concluyó.

Fuente: El Colombiano