Una coincidencia fatal ronda los dos últimos homicidios de mujeres en Antioquia: sus nombres y el de los presuntos asesinos son los mismos. Con estos crímenes ya son 81 mujeres asesinadas este año en el departamento, cifra que aunque representa una reducción frente a 2021, refleja un panorama preocupante en los hogares antioqueños.
María Camila Grisales García fue asesinada con arma blanca a sus 18 años luego de una discusión con su pareja el pasado lunes en el barrio El Hipódromo, de La Ceja. Por este hecho fue capturado Diego Alejandro Vasco Ríos, a quien la mujer antes de morir dijo: “¡Fue él, fue él!”.
Grisales, quien no tenía hijos, le había dicho de los maltratos a su padre y a los vecinos, a quienes les dijo que quería terminar esa relación.
Otra María Camila, pero de apellidos Buriticá López, perdió su vida a los 23 años. Fue encontrada en la vereda El Tablazo, de Rionegro, con signos de asfixia en una quebrada el 26 de julio. El capturado por este crimen fue un tocayo del que dicen que mató a la otra María Camila. En este caso fue Diego Alejandro Ocampo Ceballos.
Los implicados en el caso de Rionegro tenían un hijo de ocho años, a quien el presunto victimario le habría contado sobre las intenciones criminales que tendría con Buriticá López, según las autoridades.
La tragedia de las María Camila dejó en evidencia la inseguridad de las mujeres que son violentadas por sus parejas. La secretaria de las Mujeres de Antioquia, Natalia Velásquez, señaló que en la mayoría de los casos en los que las mujeres son asesinadas, se puede hablar de feminicidio, porque los ataques provienen en un alto porcentaje de hombres con quienes sostuvieron relaciones sentimentales.
Si bien este año, con estos dos hechos, la cifra llegó a los 81 homicidios, las autoridades señalan que se ha presentado una disminución, ya que, en la misma fecha de 2021 se hablaba de 107 asesinatos.
“La reducción se presenta, en parte, porque se visibiliza cada vez más cualquier agresión. También se debe a la eliminación de medidas de restricción de la movilidad, ya que las víctimas estaban más expuestas por el mayor tiempo de convivencia con sus agresores”, señaló la funcionaria.
En cuanto a los casos de las dos María Camila, las autoridades informaron que ambas habían recurrido a rutas de protección para evitar ser violentadas. Sin embargo, la secretaria Velásquez explicó que solo se había hecho mención a la situación, pero no habían instaurado denuncias en ninguno de los casos.
La psicóloga Eliana Mejía explicó que estos hechos de violencia son el detonante de una cadena de agresiones que comienzan con ataques verbales, los cuales van escalando. “Se originan por la falta de límites que se le ponen a la pareja”, explicó.
Vidas salvadas
Aunque estas dos mujeres no corrieron con la suerte de evitar su muerte después de los actos de violencia en los cuales responsabilizaron a sus parejas, desde la Línea 123 Mujer Metropolitana afirmaron que en los dos años que lleva en funcionamiento, 441 mujeres han podido evitar ser violentadas o, incluso, asesinadas.
Velásquez indicó que recibieron apoyo a través de la gestión de las profesionales quienes, según el caso, direccionan a la autoridad correspondiente, tanto para la primera atención como para los acompañamientos.
La protección de la estrategia denominada Mujeres Libres de Violencia está conformada por los trabajos con los comités municipales y por otros dos componentes manejados directamente por la Gobernación, entre los que está la Línea 123. El otro son los Hogares de Protección, a donde se llevan a las mujeres víctimas de violencia junto con sus hijos durante tres meses.
A través de estas rutas pueden contar con apoyo jurídico y espacios de formación para que puedan acceder al mercado laborar y tener independencia económica. Los trabajos se realizan tanto en las zonas urbanas como rurales, donde se busca que las mujeres puedan tomar decisiones sin pensar que las agresiones son parte de la cotidianidad, y evitar así que corran con la misma suerte que las María Camila . n
