Cuando tenía 21 años, a Paula Andrea Medina le diagnosticaron una enfermedad del corazón. Ya sabía qué le esperaba, pues su hermana mayor había pasado por lo mismo. Al principio, el tratamiento se basó en medicamentos, pero después tuvo que usar un dispositivo que la reanimara cuando su órgano se paralizara.
Así duró cinco años. El aparato le salvó la vida varias veces. Pero todo se complicó y los médicos le dijeron que debía someterse a un trasplante de corazón. Viajó desde Pereira, su ciudad natal, hacia Medellín para hacerse el procedimiento.
Estuvo tres meses en lista de espera y, el 17 de noviembre de 2017, recibió un nuevo corazón. Su cirugía fue exitosa y hoy, a los 30 años, lleva una vida normal. Retomó la natación, que siempre ha practicado, y pertenece a la Asociación Colombiana de Deportistas Trasplantados, que cuenta con unas 35 personas y les permite participar en competencias internacionales.
En la última, que tuvo lugar en Argentina, Medina ganó dos medallas de oro, una de plata y una de bronce. Entre todos los deportistas lograron 40 medallas. Actualmente, además del deporte, también hacen campañas para promover la donación de órganos, pues gracias a ella salvaron sus vidas.
Según el Instituto Nacional de Salud (INS), Antioquia es referente en donación de órganos. Gracias a esta actividad altruista, al menos 192 pacientes se beneficiaron en el departamento, entre 2016 y 2018.
De acuerdo con Ángela Rojas, auditora de la Coordinación Regional de Donación y Trasplantes de la secretaría de Salud de Antioquia, esta situación favorable se debe no solo a la solidaridad de los antioqueños, sino también a que hay un efectivo direccionamiento de los procesos de donación y trasplantes desde la dependencia, cuyo papel empieza cuando un hospital le reporta la existencia de un potencial donante al Centro Regulador de Urgencias y Emergencias (Crue).
Según Edison Duque, coordinador de Trasplantes de la Fundación Banco de Tejidos Humanos, un donante es apto si falleció por muerte cerebral. El cuerpo debe ser sometido a los protocolos que indiquen que sus órganos son aptos.
Tras muerte cerebral se pueden usar para trasplante el corazón, los riñones, el páncreas, los pulmones, el hígado, los huesos, la piel, la córnea, entre otros tejidos.
Una vez la IPS notifica la existencia del potencial donante, desde el Crue se coordinan distintos procesos que al final garanticen que los órganos se trasplanten a los pacientes que estén en lista de espera y sean aptos.
Uno de los pasos más importantes, explicó Rojas, es comprobar que el fallecido no haya declarado en vida su oposición a convertirse en donante. Si no lo hizo, se presume que es donante según lo estipulado en la Ley 1805 de 2016.
Pero en vida los ciudadanos también pueden expresar su deseo anticipado de ser donantes e informarle a la familia. Justamente, este paso es uno de los que más se presenta en Antioquia.
Las personas deben entender que es más probable que yo termine en una lista esperando un órgano a que sea la que fallezca y termine donándolo
En el país hay una red desde 2004, en la que participan distintas secretarías de Salud, entre ellas la de Antioquia. Por ello, es posible que los órganos donados en este departamento terminen en un paciente de otra ciudad. Aquí llegan remitidos con frecuencia, principalmente del Eje Cafetero y la Costa.
En Antioquia hay cinco IPS de alto nivel de complejidad trasplantadoras de órganos y más de 20 trasplantadoras de tejidos ocular y óseo habilitadas e inscritas.
Para seguir aumentando la solidaridad, también se trabaja en la cultura de la donación, con distintas estrategias para informar a la ciudadanía y tumbar los mitos y leyendas urbanas que aún persisten, como que a una persona la pueden matar para robarle los órganos.
“Las personas deben entender que es más probable que yo termine en una lista esperando un órgano a que sea la que fallezca y termine donándolo”, puntualizó Rojas.
Fuente: El Tiempo