Un ciudadano de descendencia libanesa, José Arabia Abisaad, es el político más popular en el municipio ganadero de Caucasia. Camina sin guardaespaldas, todos los ciudadanos reconocen su nombre y cada vez que recorre su pueblo, dice él, “siente el cariño de la gente”.
Arabia ostenta el récord de ser el único candidato en Antioquia que aspira a un cuarto mandato como alcalde. Busca repetir el éxito que tuvo en tres elecciones anteriores en este municipio de 117 mil habitantes en el que vota el 60 % de la población, según la Registraduría, y en el que el 30 % de su gente no tiene agua potable, de acuerdo con la Gobernación.
Gobernó en 1992, 1998 y 2012. Ha ganado con un caudal electoral, aproximadamente, de 15 mil votos, bajo el aval de Cambio Radical y del liberalismo. Ahora va por firmas. En manos del próximo alcalde habrá un presupuesto de 85 mil millones de pesos, según datos de la Alcaldía.
Arabia, el mismo que camina por la calle y siente el amor de la gente, ha tenido varias investigaciones de la Contraloría por presunto detrimento patrimonial y la Fundación Paz y Reconciliación ha advertido de supuestos vínculos con grupos paramilitares.
Su caso, el de querer mantenerse anclado al poder, no es una obsesión única. En Antioquia hay al menos 43 aspirantes actuales a alcaldías que, según rastreó EL COLOMBIANO, ya han sido mandatarios anteriormente. Es el caso de municipios como Santa Rosa de Osos, Marinilla, Betulia, Bello, Concepción, Tarazá y Titiribí, entre otros
Para explicar su postulación, el exalcalde, hoy candidato, afirmó que recibió el llamado de la comunidad para buscar el cuarto periodo. Dijo que los ciudadanos le solicitaron “con insistencia” que repitiera como líder de ese territorio.
Explicó que quisiera volver a la Alcaldía porque el municipio “tiene un rumbo equivocado” y en los candidatos “no veo un líder con la capacidad de gestionar un municipio complejo”.
Sí, tan difícil que, por ejemplo, de acuerdo con la Gobernación, hay cerca del 15 % de su población sin ningún sistema de salud y el 35 % vive sin alcantarillado. Para 2019, Caucasia tendrá ingresos del Sistema General de Participaciones por la no despreciable suma de 41 mil millones, de acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, DNP.
En el mismo listado de repitentes está la exalcaldesa de San Carlos, Patricia Giraldo, quien dijo que nunca pensó volver a aspirar y que “quienes inspiran la decisión son los ciudadanos que recurrentemente hacen llamados para que exista una continuidad. La gente a uno le dice que es bueno que retomemos las cosas que veníamos haciendo, eso me motiva a volver a presentarme”.
La exmandataria tiene el cariño de su gente muy a pesar de que en su municipio tiene una cobertura en educación superior de solo el 7 %, según información de la Gobernación. Es más, cerca del 40 % del territorio que busca volver a gobernar, no tiene agua potable. Y deberá administra para 2019, de acuerdo con el DNP, 8 mil millones de pesos por el Sistema General de Participaciones.
Estos exmandatarios aseguran que encuentran ventajas al momento de volver aspirar, pues como lo expresó Arabia “a diferencia de los otros candidatos tengo un trabajo ya con la comunidad, a cualquier barrio que voy tengo obras para mostrar, la manera en la que tratamos a la gente no se les olvida. Llevamos un paso adelante”.
Las causas del fenómeno
Según la consultora Alicia Peñaranda, los políticos por vocación tienen la necesidad de estar en cargos públicos de liderazgo, en ese sentido, “las alcaldías son posibilidades directas de hacerlo, les permite personalizar su rol. En estos puestos, los ciudadanos recuerdan más nombres que ideas. Si el alcalde salió de su mandato con una imagen favorable es probable que busque regresar”.
Peñaranda añadió que Colombia es un país de cacicazgos y dinastías. “Los equipos políticos suelen turnarse el poder de ciertas regiones y cuando no encuentran nuevos liderazgos recurren a los conocidos”.
Agregó Peñaranda que siempre hay escasez de figuras que quieran dirigir y representar causas. “Siempre serán menos los líderes, y no siempre serán todos los que estén a la altura de las circunstancias de la historia”, dijo.
Por su parte, Jhon Fredy Bedoya, docente de Partidos Políticos de la Universidad de Antioquia, indicó que este fenómeno se presenta en los gobiernos locales porque aún hay muchos gamonales que tienen control y dominio sobre estos procesos, “gente que mantiene redes de clientela bien establecidas”.
Entretanto, Néstor Julián Restrepo, director de la Maestría en Comunicación Política de Eafit, explicó que los políticos se están reeligiendo de una manera indirecta, a partir de que necesitan nuevamente tener una proyección.
Agregó que esto no es saludable para las democracias, pues en un territorio en donde se eligen “los mismos con las mismas”, se cierran las posibilidades de cambio, los ciudadanos se alejan de la política ya que pierde legitimidad.
También explicó el profesor Restrepo que ser alcalde es muy importante desde la Constitución de 1991, ya que desde entonces los municipios “tienen recursos propios y se vuelve un botín para las elites regionales y locales. Por eso la disputa y el control de los entes territoriales se vuelve fundamental en las campañas electorales”.
Es el caso de Copacabana, un territorio de 70 kilómetros cuadrados, en el que tres exalcaldes luchan por volver al poder. Se trata de Ramón Zapata, Héctor Monsalve y Diego Echeverri.
Los tres tendrán que resolver asuntos tan importantes como que el 94 % de los jóvenes no van a una universidad y el 23 % no tiene salud, de acuerdo con la Gobernación.
Lo atractivo de gobernar este municipio es porque tiene un presupuesto cercano a los cien mil millones de pesos, sus índices de cobertura en agua y en energía son altos –y no generan ningún desafío– y además, tendrá 12 mil millones de pesos del Sistema General de Participaciones para 2019. Hay razones para pelear por el botín.
Fuente: El Colombiano